Y… NO EXPERIMENTARÁS GENÉTICAMENTE
“Homo sum, humani nihil a me alienum puto” (37)
Ni
bien puso su alforja en la mesa, retiró la cama, escarbó la tierra, abrió la
caja de herramientas, extrajo de ella: una dosis de cianuro, muchos recortes,
decenas de trapos escritos, algunos registros en braille, un radio grabador y
varios casettes de audio para lo que sería un osado relato sobre la situación
del mundo y... un doloroso repaso de su lamentable existencia. Organizadas ya
sus notas y aprovechando el limitado suministro de gas, calentó su mazamorra de
soya, dividió en catorce raciones el pan de remolacha, untó dos de ellas con
jalea de lombrices y con justo apetito se sentó a desayunar. Tras lamer dos
veces los trastos usados y ponerlos en su lugar; guardó la mermelada, guardó el
pan, orinó en un maloliente artefacto, lo tapó, aseguró la puerta y ordenando
sus velados recuerdos, se dispuso a esperar con paciencia la llegada de la
energía eléctrica.
...Clic...
Casette
1.- En la cálida mañana…
Aún no llego a
los setenta y aunque aparento vitalidad, poseo muy pocas fuerzas; camino
erguido pero con temor, igual que mi padre a sus ochenta años, cuando, sin
dejar rastro, desapareció. El vecino, entreteniendo su desconsuelo y a pesar de
que tiene prohibido diagnosticar, me dice en voz baja: “no hay cuerpos enfermos,
solo hay cuerpos sedientos” y así comedidamente me prepara pues afirma que
muchos más serán reubicados. Me contó que días atrás presenció la partida de
catorce trasladados. La decisión se habría tomado por: infecciones de vejiga, insuficiencia
renal o la temida enfermedad de Crohn…
…No alcanzaron
las pretensiones de la Cofradía de Salud…
¿Continuarán los
experimentos? ¿Qué tan tarde serán nuestro alimento…? Cuando inician el
control, todos nos preguntamos lo mismo pero nadie lo manifiesta. Respiramos
tanto temor que nos inquietan hasta las sombras. Recelamos de todos y se
percibe una remordida congoja. ¿Sufrirán igual en otros poblados? ¿Cómo será en
el resto del mundo? El vecino insiste que las raciones son insuficientes. Hasta
los niños que reciben una ración extra lucen famélicos. Casi no juegan. Se los
ve hostiles. Invadidos de llagas. Huérfanos de importancia. Todos sabemos que
si hasta los quince años no alcanzan las exigencias también serán trasladados.
¿Pero cómo podrían alcanzarlas…?
…Sospecho que
nos están disminuyendo…
Cuando niños
enfermábamos muy poco jugábamos en cualquier lugar y transitábamos a toda hora.
Hoy, la circulación es limitada, la ciudad está cercada, permiten circular solo
en zonas de trabajo y de lunes a sábado. El domingo concurrimos al antiguo coliseo
y tras escuchar nuestros números, canjeamos cabellos y excrementos por el
plástico, el aceite y las raciones. El resto del día nos entretenemos con los mensajes
religiosos de la radio.
En noches de
angustioso silencio, rememoro tiempos de libertad, hasta que el sueño me
transporta a los maizales de mi infancia, donde con ansia devoro sus granos y
mi sed la sacio con sus tallos. Engañado por espejismos de satisfacción
despierto abatido y sediento; paseo en mi tugurio; humedezco mis labios con
orina y tras dar vueltas y vueltas en la cama intento dormir pero…, frustrado
retorno con ansia a mi dichosa infancia.
Con qué placer
revivo el húmedo forraje de los campos y el disímil color de los vergeles,
hasta logro contemplar como los árboles estremecidos por el viento acunan día y
noche la campiña; como trepados en sus copas, devorábamos sus frutos y con que desdén
escupíamos las semillas que germinadas, se convertían en verdes retoños,
mientras otras nutrían a cientos de aves que, agitando sus alas, se perdían en el
horizonte. ¿Árboles…? los pocos que había, los trasplantaron. ¿Aves…? la última
la avisté hace muchos años. Nunca supe si fue un cuervo o una calandria. Fue un
atardecer, cuando tras emerger de unas casuchas se alejó. Entonces, convivíamos
con cientos de animales que: adornados, servían de mascotas; cebados,
terminaban en los negocios; domados, nos divertían en los circos; y,
secuestrados, los observábamos en zoológicos. Cuentan que aún existen para
revoltijos genéticos y conservación. Su algarabía, no he escuchado en años. No
los añoro. Siempre los consideré explotados. Lo que sí añoro en estos ardientes
días son los veranos al inicio del siglo, cuando disfrutábamos aún del campo,
las playas y los frescos riachuelos. Sin prohibición alguna, coronábamos las
montañas, navegábamos en el mar, o nos internábamos en los bosques. Hoy, el
perímetro de la ciudad es inaccesible.
Es que muy tarde
nos convencimos que el 97% del agua del planeta era salada, el 2% era hielo, y apenas
el 1% sustentaba la vida. ¡Necesitábamos protegerla! Hasta los gobiernos
comprendieron a última hora la necesidad de limitar el consumo.
...Fuimos los
últimos testigos del incontrolable derroche…
Inmodesto
converso, a veces, como a través de kilómetros de tubería llegaba el exquisito
líquido sin importar la hora o la altura. Millones habitábamos en pisos altos.
La cotidiana ducha, el lavado de manos o el chapuzón en las piscinas pasaban
inadvertidos. Sin alarde vivíamos limpios; algunos, muy bien peinados; otros,
estilaban largas cabelleras. Renovábamos su color, su forma; y, las mujeres
exhibían cientos de cortes, tintes o rizados. Jamás nos confundían y nadie se
rapaba por temor a los parásitos. Los jóvenes de hoy no entienden cómo,
embutidos con la última moda, fragantes, llenos de adornos, asfixiados por coloridas
corbatas y con burdos aspavientos de recato, variábamos a diario nuestro
aspecto.
En noches de calor
y sed, recuerdo como de niños adorábamos la lluvia y como marchábamos alegres
dentro de los charcos. Subyugados por su encanto irrumpíamos felices entre
millones y millones de cristalinas gotas que humedeciendo el entorno, oxigenaban
el ya ceniciento ambiente. Y de adultos cuando temerosos al resfrío o deslucir
nuestro aspecto evitábamos su más mínimo contacto. Resguardados en ventanas,
alelados dentro de los autos o bajo los antiguos paraguas, contemplábamos
indiferentes como el veloz remolinar del manjar de los manjares, se escurría
por las alcantarillas…
…Ahora son las
constantes pesadillas de los más viejos…
En noches de
helado silencio recuerdo, cuando en feliz algarabía veraneábamos junto al mar, sentándonos en la arena, arrullándonos con el golpeteo de sus aguas o relamiendo las
delicias de su sima. Con pocas prendas, descalzos y en románticas noches de
fogata, brisa y luna, franqueábamos la aurora, improvisando juegos, coplas o
canciones. Muchos afortunados encontramos en esas tertulias el imperecedero
amor…
…En inmensa
soledad evoco a Lídu…, Una vez más me asalta la nostalgia…
Los que
jugábamos en la playa, los que preferían broncear sus cuerpos o los súbditos
del dios sol, sobrellevábamos indiferentes el incandescente entorno; pero al
arribar el tedio, el apetito o el inesperado atardecer, mitigábamos con
refrescantes duchas la ardiente aventura. Reconfortados una vez más por su
chispeante abrazo, aireábamos el exceso de humedad y expectantes de la
siguiente correría humectábamos nuevamente la piel con perfumados aceites, o
cremas. Pasábamos de una jornada a otra, como se proclamaba en esos días “frescos
como una lechuga”...
...Perdimos la
opción de regular el confort de nuestro más cercano ámbito.
Sometidos por
nuestro error, evadimos al torturante astro y temerosos aún del ya desaparecido
cáncer, usamos además del ungüento de arcilla y orina..., pestilentes
sombreros. El agua es racionada, los ríos inaccesibles, los pozos sellados y
cualquier intento de apertura o perforación se castiga con el traslado.
Los muchachos
nos reprochan, y con razón por el cruel racionamiento y emperifollados con
trapos se burlan del antiguo culto a la imagen. Nadie repara en su rostro, peor
aún en su figura, desaparecieron los espejos, perdimos la autoestima. Se
extinguió el qué dirán. Nuestro aspecto es lamentable, nos falta humectación,
la piel se nos irrita y nos sobran costras y moretones. Al privarnos, sin
razón, de las esponjas que recibíamos con el aceite y el plástico, nos aseamos con
trapos. Solo los más viejos desvariamos con los retretes, bañeras, jabón o
crema dental, que hoy no servirían de mucho, pues las raciones son blandas. Nuestra
digestión es irregular; reciclamos la orina en los artefactos que, por méritos,
nos asignan; los que no poseen, la beben sin procesarla. Los desechos los envían
a los estadios, cementerios y campos de golf que, ahora, funcionan como
almácigos y lugar de trabajo de los más viejos. En las Cofradías de Salud ingresan
solo enfermos. Si no salen, es por que fueron trasladados. A todos los moribundos les extraen sus partes
útiles que remiten al centro de órganos, el resto sirve para investigación y el
sobrante para la Cofradía
de Alimentos. Desapareció la basura, y los exquisitos roedores. Solo en los
semilleros apreciamos la vida. Y es de allí, donde los jóvenes se sustraen los
gusanos y los intercambian por travesuras sexuales o halagos de sus padres. Los
antiguos edificios son cuarteles o helipuertos. Nadie habita, ni puede acceder
por encima de los tres metros; ningún congénere posee más de dos habitaciones…
Sobrevivimos
hartos de esta sedienta y agónica existencia...
Casette
2.- En la ardiente tarde…
...¿Que cómo
empezó todo? No empezó, desde siempre arrastrábamos abusos, amenazas y
chantajes de toda índole. Además de recalcitrantes conflictos ideológicos
considerados secretos de poder, hasta que a finales del siglo XX una fuerza, hambrienta
de resultados y escasa en recursos, decidió encogerse de hombros y, endosando
errores, originó el terrible accidente de Chernobil, obligando a las fichas del
gran tablero a repartirse sutiles dominios y a mirar al mundo desde nuevas
perspectivas. Años después, la caída de un infame muro, sepultó a los malos de
turno y cesó la guerra fría. Hasta que, iniciado el nuevo siglo resucitaron los
auténticos malignos que con blasón de terroristas y escalofriante cinismo
termitharon sus gigantescas torres y a más de tres mil contribuyentes.
Se incrementó el
gasto militar y cayeron las acciones de las aseguradoras élite elevándose solo
las de las industrias de armas en la bolsa de Wall Street. Irak fue la nariz de
la tormenta y soportó la cuñada de todas las batallas, subió el precio del
petróleo, luego disminuyó y después se elevó sin control. Colapsó la banca
gringa y en dos meses más, la europea exasperando así la crisis mundial. Nadie
censuraba la impotencia de mercados ni la incontinencia de los mercaderes. Bajó
el consumo y se confiscaron viviendas a miles de insolentes. Estalló la crisis
de pícaros tenedores de deuda que, habían hecho operaciones con invisibles
balances. Aparecieron billones para salvar a “ciertas” compañías a pesar que no
había un dólar para combatir la pobreza. Se disparó el valor del oro, se
duplicó el precio del trigo y del azúcar, bajó la reserva de cereales por el
desarrollo de los biocombustibles. Sentaron a Obama, un oscuro demócrata en la presidencia de EEUU, como el
Ecce Homo legatario de errores de gobiernos anteriores; meses después le
inyectaron un Nóbel. Pasó de 30.000.000 la población de vagos. Se desató la
pandemia AH1N1, y mientras las farmacéuticas frotaban sus manos, los mandos de
salud se las desinfectaban; hasta el día que dizque la controlaron, 5.000
contagiados dejaron de estornudar para siempre. Como el V.I.H. de los años 70´,
no se supo si fue fortuito o fue estrategia. Se evidenció la presencia femenina
en el quehacer político, social, científico y religioso, trastrocando las tradicionales
funciones del hombre. Las mujeres saturaban las burocracias en el día y en la
noche, los bares; mientras sus parejas, sazonaban el hogar, el arte o se
refugiaban en las drogas. Se intensificó el jadeo social y la ira de la masa. Vegetábamos en recesión. Surgieron líderes,
ebrios por voltear el pastel pero bajaron la guardia por el peso del capital. Mientras
cándidos gobernantes se drogaban con vanguardistas discursos, la mayoría no
sabíamos qué hacer. El clima se alteraba sin tregua: lluvias al norte; al
oeste, calores insoportables e incendios; sequías en el sur; al este mucho
frío. 192 países se citaron en Copenhague dizque para bajar el efecto
invernadero, fue un fracaso; igual que en Kyoto pocos años antes y Cancún un
año después. Los necios de siempre se negaron a firmar. Un terremoto dejó sin
hogar a miles de Haitianos y más de 4000 murieron por el cólera. Chile soportó
un sismo de 8.8 seguido de un tsunami. Luego, tembló China y enseguida miles de
brasileros murieron por las lluvias. Japón quedó abatido por un sismo 9.0,
ruinoso por un mega tsunami y expectante por dilema nuclear. Los polos
siguieron licuándose y el mar continuó su ascenso. Empezaron a represar el agua
de los ríos, a esconder los víveres y a elevar su costo. Industrias que
comercializaban cientos de marcas de un mismo tipo se obligaron a fabricar una de
cada producto, hasta que se impusieron los mega mercados. Una vez adentro, se
podía comprar: cupos de trabajo en el espacio, terapias biológicas, técnicas certeras
para el suicidio casero, tv proyectores en tres dimensiones, sangre artificial
y hasta aceite de avispa. Prohibieron montas, engordes y venta de carnes, hasta
nivelar la producción vegetal, que había llegado al 94% solo para los piensos y
corrales. Al crecer el monopolio, la prohibieron definitivamente…
Obligados en la
primera hambruna a una dieta vegetariana nos convencimos de que lo que menos cuesta
es lo que más alimenta, constatamos la disminución de obesos y de muchas
enfermedades, tanto, que miles de médicos se dedicaron, con furia al tarot y al
estudio de las estrellas. La ciencia informó sobre la abundancia de dióxido de
carbono que desordenaba el equilibrio químico de los océanos, elevando su
acidez y matando los arrecifes de coral y fitoplancton... Ninguna institución
dio oídos... Nadie lideró nada. Aumentaron a miles las víctimas de la polución.
No se detenía la fabricación de vehículos contaminantes ni permitían la
fabricación en serie de alternativos. A pesar de que, la capa de ozono se afectaba
más y más, los intereses frenaban cualquier iniciativa y los gobiernos,
bendecidos por las tercas diestras; vilipendiados por la vieja política;
apocados por los medios, cedían al poder económico... Nadie argumentaba que el
mundo podía existir sin nosotros.
Se aceleraron
los factores trampa:
—Producción y venta de mercancías innecesarias que la
publicidad las convertía en vitales.
—Ceguera del gran público, que al
consumir, ejercía un efecto multiplicador.
—Espejismo del costo real versus el
supuesto costo.
—Discurso político que confundía a la opinión pública.
—Bajos
salarios y el creciente desempleo.
—Temor a todos los bancos.
—Anuencia de la Iglesia. —Silencio total
de los medios.
Y a nivel
global: exagerada pobreza de muchos e insolente riqueza de pocos; a causa de
eternas deudas pactadas entre el triángulo de las verrugas (FMI, BM, y OMC) y
abatidos gobernantes en su loco afán por sostenerse. Hasta que la iniciativa
del señor de los anzuelos, motivó a varios gobiernos ayudarse entre sí y pagar
sus deudas; al tiempo que, con países razonables, iniciaron trueques de
acciones y servicios, por mano de obra y productos; otros los imitaron y se empezó
a notar, por fin, un mayor desarrollo.
Los usureros de siempre
sedientos de su habitual calostro se olvidaron: del alboroto bursátil, del
feliz engorde, de los campos de golf y empezaron a frecuentar clínicas de
reposo, psiquiatras y hasta confesores. Al desaparecer las deudas desaparecía
el interés proyectil y sus armas solo resultaban
ser cacareadas estrategias. Atormentados y delirantes ante semejante ausencia
de deuda y por lo tanto de dinero, no les quedó más antídoto que correr con sus
pasivos y sus millonarias reservas donde las madres del más viejo pánico del
hombre… El dolor.
Para aquel tiempo
las farmacéuticas tras de engullirse entre sí, eran ya una sola. Con la ayuda
de los medios habían invadido el mundo con su droga HIPER-NO convirtiendo al
99.9% de la población en adictos hipertensos; y, tras engullir a los de mandil
y la OMS
iniciaron la descarada venta de tratamientos, insumos, equipos y accesorios.
Para los insolventes tunantes fueron las madres, idóneas, para compartir otro
tipo de usura… La Salud.
Unidos los agiotistas con
los auditores de la muerte atrajeron a la Sociedad Obesa de
Seguros, (SOS) que tras quebrar a las pequeñas, ostentaba ser la única madre,
—a nivel mundial—, de otro de los miedos del hombre… La quiebra.
Con un apretón
de manos se tragaron a las multinacionales de los alimentos, lograron la compra
de varios ríos y cascadas, se engulleron al Opus Dei y a los atropelladores de
la incertidumbre
que se hallaban por esos días
perdonando las impiedades a millones de insolventes a cambio de ofrendas de
cualquier tipo… Drogados de impudicia y candor, formaron la primera
Criptocracia “visible” en el globo.
Mientras tanto,
el hemisferio izquierdo de la ciencia, se unió con los militares, con los
bancos, con las líneas aéreas, con los gigantes de la comunicación y
atropellando los tratados militarizaron los polos. Poseían gran parte del agua,
la información, la tecnología y la protección. Bendecidos por los socialistas
del más allá, conformaron la segunda Criptocracia “visible” en el globo.
Sometida el
hambre, la sed, el entretenimiento, la seguridad y la vida eterna, los
flamantes adalides sedujeron a los pueblos más débiles y después a los demás
hasta que lograron controlar a todo el planeta.
Indiferentes a
pequeñas discrepancias que se suscitan en un nuevo orden, lo demás era un
regateo entre economistas. Todo marchaba a las “mil maravillas”, hasta que, un
descomunal Tsunami arrasó la costa oeste de EEUU y tras resquebrajar en tres partes
a la ciudad de Los Ángeles, la sumergió. Esta súbita tragedia fracturó los
intereses y las pretensiones de las dos fuerzas, que ya soportaban severas resistencias.
Entendieron, por fin, que los unos requerían de los otros y los otros no podían
subsistir sin los unos; entonces, después de lances de dominio, además,
temerosos de una guerra absurda, entre dos gigantes de papel, en medio de
millones de seres que cada día teníamos menos que perder y bendecidos por los
viejos cultores de la vida eterna; pactaron el acuerdo denominado Sol lucet ómnibus (38) logrando, por fin, devorarnos a todos.
Luego de quince
días de festejos tomaron el control del globo, formando el primer gobierno mundial
denominado: In
aeternum (39).
...Mientras
millones de hipertensos aplaudían, miles esperábamos lo peor…
Casette
3.- En la gélida noche
Amos de la
fuerza, alimento, agua y diversión, empezó la ordenada debacle. Emitieron una sola
orden: Remplazar el Génesis de la
Biblia con el libro llamado In aeternum que constaría de 51 capítulos y empezaría con
las palabras:
“Y en el principio el
agua es…”
Establecieron SEIS estamentos: Gobierno, Especie, Alimento, Distribución, Salubridad y
Preservación.
Y DOS castigos: la muerte y el traslado.
Una
territorialidad con 66 regiones y cada una con 6 cofradías.
La sede de In aeternum gobernará en el antiguo Vaticano y su alterna
en la antigua ciudad de las Vegas. En “enlace regional” que duró una semana vimos,
escuchamos o leímos que:
—La primera
Cofradía, encausará la espiritualidad y la ley, castigando su incumplimiento;
su ámbito será mundial.
—La segunda cofradía, planificará una nueva humanidad
mediante selección genética; su perímetro estará en el territorio del antiguo
Brasil y la antigua Australia. —La tercera cofradía, controlará el agua las siembras,
cultivos, almácigos y arborización; su accionar será mundial.
—La cuarta
Cofradía, regirá la alimentación, distribución y salud; su ámbito será regional.
—La quinta cofradía, controlará la salud humana, la flora y los yacimientos su accionar
será mundial.
—La sexta cofradía, organizará la conservación animal; su acción
se centrará en la antigua Argentina y en el sur de la ex África.
Al siguiente
día, empezó el aterrador abuso. Horrorizados mirábamos como piquetes de
auténticos forajidos, dotados de armamento, nos obligaban a salir de los
hogares para, enseguida, confiscarnos: libros, enseres, artefactos, recuerdos,
metales, mascotas y huir escoltados por nuestros propios vehículos. Nos dejaron
solo una maleta con ropa, zapatos, útiles de aseo y un aparato de radio.
Al otro día,
tras ser clasificados por edad, sexo, profesión y habilidades; fuimos
reubicados en labores de burocracia, procreación, seguridad y agricultura; no
sin antes, ser revisada nuestra salud, quitarnos medio litro de sangre y
recibir varias vacunas. Con el tiempo, supimos, que una de ellas contenía un microchip
de rastreo satelital y también registraba identidad, raza, información genética
y tareas.
Al siguiente
día, empezaron las actividades de acopio del alimento existente, así como la
preparación de tierras, en lugares cercanos, para planes de siembra, almácigos
y arborización. Otros grupos se dedicaron al amurallado de la ciudad y lugares previstos
para diferentes menesteres.
Nos recogían a
las 06h:00 y regresábamos a las 18h:00 y siempre en camiones custodiados. A los
que se resistían jamás se los volvía a ver. Cada año somos reubicados hasta
alcanzar los sesenta años día en que nos asignan el trabajo en los semilleros y
nos prestan dos habitaciones hasta el día del último traslado.
¿.....................?.
Así hemos
subsistido por muchos años, separados de hijos, esposas, muchos de los cuales murieron
víctimas de tristeza, soledad, suicidios y enfermedades.
A pesar que disfrutamos de
paz, alimento, ocupación, aire puro, ausencia de basura, esparcimiento radial y
sueños de libertad; no cesan los suicidios incitados por xenofóbicos (40) sefardíes
que, añorando el comercio, pretenden condicionar los destinos. Con Kippas fabricadas de piel humana y adornada con un rizo,
exhortan a guardar el Sabbath y a luchar por el libre albedrío. Se hacen llamar
los Zelotes de Dios, adoradores de Judas y fieles de la furtiva iglesia de los Halajás. Rebeldes al nuevo orden anuncian el advenimiento del verdadero Mesías que
nacerá signado con tres sietes, (777) y que pronto vendrá a imponer justicia.
Meses atrás han
empezado a incluir en las raciones mensajes de resistencia, además de orejas, lenguas, dedos,
pezones y hasta penes circuncidados. Sabemos que son asquerosas travesuras de
los empacadores
Israelíes, que mediante bulas, espejos, prostitución infantil y cucarachas de
engorde, se están apropiando de la
Cofradía del Alimento…
Es tan repugnante
el aspecto de las raciones, que a más de quitarnos el apetito o provocarnos vómito,
incitan a algunos a optar por el ayuno, mientras que para otros se han
convertido en iconos de lucha pues los llevan como amuletos.
Dos meses atrás,
justo el día que In
aeternum cumplía años de
despótico poder, sucedió algo verdaderamente
promisorio pero cruel. Fue un día domingo, cuando en las puertas de la
abandonada catedral, amanecieron tres agitadores judíos, colgados de cabeza, desnudos y sus bocas embutidas con Kippas. Se les había untado miel y tras haber sido víctimas de millones
de reaparecidas hormigas exhibían ya, gran parte de sus
osamentas.
En lo alto de
sus ataduras, habían escrito:
Shiksas y Shkutz advierten: ¡¡NO MÁS ATROPELLOS ALA INCERTI …
Shiksas y Shkutz advierten: ¡¡NO MÁS ATROPELLOS A
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Interrumpido
por el cese de la energía que ordenaba el fin de la vigilia se alumbró con la indiferente
fluorescencia de la luna. Se agachó al escondite guardó los casettes grabados
los que usaría el próximo domingo, sus apuntes, su equipo de grabación y la
dosis de cianuro. Cerró la caja, la cubrió con tierra, movió la cama a su lugar
y vencido por el cansancio, decidió postergar para otro día su práctica de
braille.
Lentamente
y muy tembloroso se arrinconó a descansar, no sin antes orinar en el artefacto
y tachar, en el improvisado calendario, la fecha que cuatro horas después
concluiría.
...Tachó el 13 del Marzo del 2079.
...Tachó el 13 del Marzo del 2079.
(37) Soy humano,
nada de lo humano me es ajeno.
(38) Sol lucet ómnibus: El sol luce para todos
(39) In
aeternum: Para siempre
(40) Xenofobia:
Pánico a extraños y extranjeros