MI PAÍS EN CLAVE DE -RE FUNDACIÓN
El Ecuador tiene una larga tradición de literatura de humor: las coplas de carnaval andino, el amorfino montuvio, las octavillas esmeraldeñas, los testamentos del año viejo, las cuartillas de la poesía independentista y un largo etcétera que son parte de nuestra tradición e identidad literaria. Sin embargo, luego de la poesía del vate de frac y corbatín, de aquel vate de cóctel y de salón que ya no convencen, en el país de la mitad se ha instaurado desde hace algunos años la poesía del santucho “canon” y del ermitaño postmoderno…; de no ser por el resurgimiento paulatino de una poética del humor que retoma lo social y lo popular, podría decirse que el poeta ecuatoriano se va alejando cada vez más de su objeto de conocimiento y transformación: la diversa y compleja realidad social, mágica, y musical, simple y cotidiana a la vez.
Es en esa dirección que aplaudimos la obra de Orgidor Erriuga, cuyo extraño nombre y apellido nos suenan vascos o extraterrestres, pero que si revisamos su obra veremos que nos interpela sobre la necesaria construcción de un Ecuador digno de su nombre: de un ecuator o igualador que propugne el equilibrio y la balanza de la humanidad en la mitad del planeta; de un país del aqua d'or (del agua de oro) rico en diversidad humana y natural, siempre en busca de su utopía y de su Dorado permanentes. Mas, esto no será posible desde la corrupta acción “salvadora” del político oportuno y barato, sino desde la cotidiana acción del ciudadano común y corriente (que no es ni tan común ni tan corriente), de todos aquellos ecuatorianos y ecuatorianas que perseguimos como el autor: refundar el país en clave musical de Re y por supuesto con mucho Sol, Fa, Mi, Re, Do.